Hoy, en la entrada de nuestro blog, nos fijamos en otro blog, Tipos con carácter, la mejor ‘fuente’ para hacer repaso de la historia de la tipografía. Conoce su evolución de la mano de Palgraphic, expertos en imprenta editorial en Madrid.
Desde que a mediados del siglo XV Gutenberg creara en Alemania la imprenta de tipos móviles, podemos decir que nace la historia de la tipografía. Y es que, a partir del éxito de la primera obra salida de una imprenta, la Biblia de 42 líneas, la impresión con tipos móviles se propagó por Europa. El diseño de esta primera imprenta fue perfeccionándose, sobre todo en Italia, donde los tipos móviles empleados se inspiraban en la caligrafía humanista y carolingia, lo que supuso el punto de partida de las tipografías romanas que utilizamos hoy en día.
A principios del siglo XVI, Aldo Manuzio, fundador de la imprenta Aldina en Venecia, trabajó grabando diferentes tipos griegos, romanos, hebreos, así como las primeras itálicas, inaugurando la denominada época de oro de la tipografía francesa. A partir de ahí, en toda Europa, comienzan a surgir grandes tipógrafos como Claude Garamond, que creó el tipo de letra que lleva su nombre, de gran legibilidad y elegancia, y que hoy día sigue utilizándose.
Dada la creciente importancia que estaba cobrando la tipografía, según explican en Tipos con carácter, “en 1692 el rey Luis XIV ordenó la creación de un comité de eruditos para el diseño de un nuevo tipo creado bajo principios científicos. El resultado fue la familia tipográfica Jaugeon, racionalista, con letras que mantienen un eje vertical perfecto y serifas horizontales simétricas. Phillippe Grandjean la modificó inspirándose en un nuevo diseño itálico conocido como Romain du roi Louis XIV”.
Esta labor continuó hasta 1745 -explican en Tipos con carácter- cuando le reemplazaron Jean Alexandre y Louis-René Luce. Poco antes, Pierre Simon Founier, inició la estandarización del tamaño de las familias tipográficas al publicar su Primera Tabla de Proporciones, en 1737.
En el siglo XVIII, los trabajos se centraron en avances técnicos, mejorando los tipos fundidos y los ajustes entre los mismos. Asimismo, se crearon tintas de mayor calidad, que permitían una mejor impresión en un papel que ya también era más consistente.
Con la llegada de la Revolución Industrial, la tipografía también se ‘revolucionó’, dado el cambio de paradigma que vivieron las artes gráficas. Los nuevos tipos mecánicos, gruesos y rígidos, ejercieron una fuerte competencia a las tipografías de corte artístico y artesanal.
Ya a comienzos del siglo XIX, otra importante innovación fue el surgimiento de las tipografías sans serif que, aunque al principio recibieron críticas por su simpleza, terminaron imponiéndose gracias a su mayor legibilidad. “Además, eran más sencillas de usar, especialmente para la prensa y demás impresiones de lectura masiva, que empezaron a abundar gracias a los adelantos de la época en el campo de la impresión. De las máquinas de aquella época, hay que destacar la Linotype, inventada por Ottmar Mergenthaler, y la Monotype, de Tolbert Lanston, en 1880”, destacan en Tipos con carácter.
¿Y qué trajo consigo el siglo XX? “Las innovaciones científicas, políticas y sociales de los años sesenta tuvieron un reflejo inmediato sobre el mundo de la tipografía”, explican desde el citado medio web. No obstante, la verdadera revolución tipográfica la trajo la aparición de los ordenadores. “La venta de los primeros Apple Macintosh, en 1982, mostraron un sistema operativo en los que se podían escoger diferentes tipos de letra para su aplicación en hojas de texto. Además, la litografía offset hizo que los tipos de metal fundido desaparecieran.
Así, el auge de la informática avivó la creación de más tipos de letra. Con la llegada de internet, la tipografía digital se profesionalizó aún más.
¿Y qué nos traerá el futuro? Desde Palgraphic, como especialistas en impresión, permaneceremos muy atentos a la evolución de todo ‘tipo’ que se produzca en el campo de la tipografía en los próximos años. ¿Interesado? ¡Permanece atento a nuestro blog!