Para los que ya peinamos alguna que otra cana, aunque sean escasas, uno de los recuerdos de nuestra etapa escolar es la mochila con la que todas las mañanas acudíamos al colegio. ¡Y cómo pesaba en muchos casos! Sobre todo si eras de los que te quedabas a almorzar en el comedor. Había que llevar los libros, los cuadernos y todo el material que tocara tanto por la mañana como por la tarde.
Libros de texto, cuadernos, archivadores, compases, escuadras, cartabones… y cómo no, el diccionario, ‘compendio de sabiduría’ que hoy celebra su Día Mundial y a cuya celebración nos sumamos.
¿Y qué mejor que hacerlo que repasando la historia de esta palanca que ha impulsado el conocimiento? A continuación, lo hacemos.
Del año 600 a.C. data el primer diccionario conocido. Este diccionario estaba escrito en lengua acadia, que era la hablada por asirios y babilonios en Mesopotamia. Algo que también nos sorprende es que ya en esa época existían los diccionarios bilingües. El equipo de traducción lo formaban sabios extranjeros y locales que, sobre tablillas de barro, escribían listas de palabras con sus equivalencias. Gran parte de las tablillas halladas pertenecían a la gran biblioteca de Asurbanipal, del 668 a. C., de Nínive.
En el Lejano Oriente también los japoneses compusieron silabarios y más tarde, hacia el año 150 a.C., los chinos redactaron el diccionario de Hou Chin.
Ya inmersos en la Antigüedad clásica, los primeros diccionarios escritos que se conservan son Léxico de las voces empleadas, de Homero, y el Diccionario de la lengua homérica, de Apolonio el Sofista.
Durante la época romana destaca el diccionario elaborado por Verrio Flaco en tiempos del emperador César Augusto. Y en tiempos de Nerón, cabe resaltar también la Colección de palabras de Hipócrates, obra de Erostiano.
Ya a mediados del s.V, surge el el Diccionario etimológico, de Orión de Tebas.
Del diccionario a la enciclopedia
Un par de siglos más tarde surge la enciclopedia. La primera en España fue escrita por San Isidoro de Sevilla en el s.VII, bajo el título Etimologías u orígenes. Esta obra reunía el saber de esos tiempos, pero… ¡no estaba ordenada alfabéticamente!
La primera enciclopedia moderna data de 1493, Crónica de Núremberg, de Hartman Schedel, médico de aquella ciudad que se sirvió de los libros de su biblioteca particular. Casi siglo y medio más tarde, en 1611, Sebastián de Covarrubias escribió un diccionario lexicográfico que llamó Tesoro de la lengua castellana.
En 1729, Ephraim Chambers publicó una enciclopedia de uso popular, que fue la más extendida hasta que alrededor de 1750, Denis Diderot, junto con los denominados enciclopedistas franceses, elaboraron la enciclopedia que recogía y ordenaba todo el sabor humano. Por su parte, unos años más tarde, en 1758, nace la Enciclopedia Británica, de la mano de unos caballeros escoceses.
Ya en el siglo XX, en los años 80, el saber humano cambia de soporte de la mano de la compañía japonesa Pioneer, que comenzó a comercializar en Estados Unidos Knowledge Disc, la primera enciclopedia en soporte vídeo-disco.
Así, desde las primeras tablillas de barro que traducían listas de palabras, hasta Wikipedia colaborativa digital de hoy en día, el conocimiento se ha compendiado en muy diversos soportes, entre los que el papel ha imperado durante más siglos.
¿Y el futuro? ¿Qué nos deparará? En Palgraphic, imprenta editorial Madrid, como ya venimos haciendo con otro tipo de publicaciones, nos posicionamos a favor de la convivencia entre los soportes on y offline para el diccionario. Y es que no lo podemos evitar… ¡somos amantes del papel!